Los juegos de la pandemia han sido también los primeros juegos olímpicos en carbono neutral.

La sostenibilidad en Tokio 2020 ha sido casi como una atleta más. Según afirmó el Comité Organizador, estos han sido los primeros juegos olímpicos de la historia en ser carbono neutral, un logro comparable al conseguido por Yulimar Rojas, la atleta venezolana que pulverizó todos los récords en salto.

El desafío ha sido enorme. El mayor número de atletas que compiten en los juegos olímpicos y las nuevas disciplinas que se van agregando requieren de una infraestructura cada vez mayor, lo que provoca una reacción en cadena sobre el impacto ambiental. A modo de ejemplo, en los anteriores juegos olímpicos que tuvieron a Tokyo como sede en 1964 hubo alrededor de 5.000 atletas. En esta edición el número subió a casi 12.000. Más competidores y más disciplinas significan más lugares de alojamiento y estadios, y por lo tanto más construcción, más consumo de energía, más viajes, más mobiliario, más generación de basura, lo que se traduce en una huella ecológica más negativa.

Para hacer frente a esta problemática, los organizadores recurrieron a una estrategia de descarbonización basada en minimizar la construcción de nuevas instalaciones, el uso de materiales sostenibles y energías renovables; además de aplicar los conceptos de eficiencia energética, arquitectura bioclimática y economía circular.

Sostenibilidad en Tokio 2020

El Comité Organizador dijo que el 60% de las sedes utilizadas correspondían a edificios existentes que fueron modernizados para lograr una mayor eficiencia energética. En el caso de las nuevas construcciones se utilizaron materiales sostenibles. Por ejemplo, la Plaza Olímpica y el Estadio Nacional de Kengo Kuma fueron construidos con madera obtenida de bosques tratados de forma sostenible.

Materiales reciclados y reciclables

En la villa olímpica, los competidores se sorprendieron al ver que las camas estaban fabricadas con cartón. La organización señala que fueron elegidas por emplear materiales reutilizados y reciclables. Supuestamente, estas camas solo soportarían el peso de una persona. Pero Tayavek Gallizzi y Agustín Cáffaro, jugadores de baloncesto de la selección argentina que suman 220 kg de peso entre los dos, se subieron juntos a una de ellas y, luego de saltar en varias oportunidades, pudieron certificar que las novedosas camas podrían cumplir alguna función más que el solo descanso de los atletas.

Durante el acto de inauguración pasó casi desapercibido que la tenista nipona Naomi Osaka, la última portadora de la antorcha y encargada de encender la llama olímpica, utilizó un vestido hecho con botellas de Coca-Cola desechadas y una antorcha construida con aluminio reutilizado de los refugios de socorro.

El podio donde las competidoras recibieron sus medallas, que fueron fabricadas con chatarra electrónica reciclada, fue construido con residuos plásticos reciclados y tecnología muy avanzada de impresora 3D. De forma similar, las bandejas que sostenían las medallas fueron fabricadas con la misma tecnología de impresión 3D, pero

Hay más. Los voluntarios que transportan las medallas utilizaron una original indumentaria elaborada con fibras recicladas, fabricadas con una novedosa tecnología de última generación que los mantiene frescos bajo el calor del verano. Y debajo de sus pies, la cancha sobre la que se jugaron los partidos de hockey fue construida a partir de un polímero derivado de la caña de azúcar desarrollado por la empresa brasilera Braskem.

Hidrógeno en Tokyo 2020

La energía sostenible fue otro de los pilares del Comité Organizador para alcanzar la neutralidad en carbono. Para los japoneses, la energía de la próxima generación será la obtenida a través del hidrógeno y quisieron aprovechar los juegos para demostrarle al mundo que ya es una realidad.

La antorcha, la villa olímpica y el transporte de los competidores, jueces, voluntarios y organizadores utilizó hidrógeno como fuente de energía. Para producir el biocombustible, se instaló una planta de electrólisis en la usina solar de Fukushima, en un intento también por mostrar la recuperación del desastre nuclear de 2011. Se construyeron 160 bocas de reabastecimiento para suministrar hidrógeno a los 100 autobuses provistos por la compañía Toyota. Próximo a la villa, un hotel fue el primero en ser alimentado con hidrógeno obtenido a partir de plástico reciclado. Un desarrollo sin precedentes.

Compensación con bonos de carbono

Para compensar las emisiones que quedan, el Comité Olímpico Japonés ha comprado 4,38 millones de toneladas en créditos de carbono, generados a través de proyectos locales de ahorro y eficiencia energética en Tokio y la prefectura de Saitama. Esta cifra supera en más del 150 por ciento lo que se necesitaba, lo que significa que el evento ha sido, según los organizadores, carbono negativo.

El año pasado, el COI anunció que todos sus próximos eventos serían neutros en carbono y, a partir de 2030, «positivos para el clima». Y Tokyo 2020 ha sentado un precedente importante al mostrar al mundo que con la tecnología actual es posible llegar al carbono cero.

Fuente: Bioeconomia.com